Al ser perfeccionista, como creo que pasa con todas las personas que sufren de fibromialgia, me cuesta trabajo delegar al 100% y desconectarme, y aunque no sea yo quien realiza la labor, la superviso constantemente y muchas veces realizo correciones yo misma. Esto es una absoluta fuente de estrés.
Les cuento un poquito como lidié con este evento:
- Traté de hacer las cosas lo mas pausadamente posible, diviendo las tareas en fragmentos pequeños y postergando lo que fuera posible para el día siguiente, al momento en que sentía que ya mi cuerpo no quería cooperar.
- Por ejemplo, si tenía que pintar, hacía una pared grande o 2 o 3 pequeñas, y no hacía nada mas en todo el día. Si tenía que ordenar, trabajaba en un área por día.
- Dejaba las tareas mas ligeras para la tarde o noche, como enviar las invitaciones electrónicas o hacer los recordatorios del bautizo en la computadora (mi hijo fotógrafo tomó una sesión de fotos con toda la familia y el bebé y yo armé unos recordatorios muy bonitos en photoshop con leyendas alusivas al bautizo, en un despliegue de fotos en acordeón).
- Todas las noches revisaba la lista de cosas pendientes y asignaba las tareas para el día siguiente, al igual que la lista de cosas que había que comprar para el evento.
- Antes de empezar a adornar la casa, definitivamente había que limpiarla (como vivo en una esquina y entra mucho polvo a mi casa), esto se dejó para ese mismo día. Aunque yo misma no fue quien limpió, si estaba detrás del que lo estaba haciendo para que no quedara nada sucio ni mal puesto.
- La noche anterior me dediqué a hornear cupcakes (unos 100 mas o menos) y dejé los frosting listos para untar al día siguiente; la mezcla y preparación la realicé sentada y recibí mucha ayuda, me pasaban ingredientes si no los tenía a mano, me traían agua fría para beber, metieron y sacaron las bandejas del horno para que yo no tuviera que calentarme, etc., pero al final, la responsabilidad de verificar que todo quedó bien y guardarlos adecuadamente era mía.
- Finalmente me dormí como a las 4 o 5 de la madrugada, porque luego que terminé con los cupcakes, me puse a recoger cosas que estaban tiradas en mi cuarto, a ordenar un poco y a esa hora me di un baño.
- El día del bautizo estaba levantada desde temprano, y creo que pude haber dormido unas 3 o 4 horas, porque aunque intenté quedarme en cama esa mañana para dormir un poquito mas, siempre había algo que me mantenía despierta y decidí levantarme y mejor estar pendiente de todo.
En fin, el caso es que todo quedó muy bonito, la casa bien adornada, todo se sirvió a tiempo, mucha gente ayudó y como a mitad de la celebración decidí sentarme tranquila a conversar con los invitados, porque me sentía realmente exhausta y ya no podía seguir en pie. Aproveché sentarme en un sillón reclinable, de esos que te permiten trepar los pies, y pensé que aunque me dolía todo, ya podía relajarme y estar tranquila el resto de la velada... cuando de repente empecé a sentir un terrible dolor que me subía desde los dedos hasta los tobillos por la parte de encima de los pies, era como un calambre y los pies se me empezaron a agarrotar, a contraerse y no podía controlarlos, el dolor era insoportable. Le pedí a una amiga que me enderezara las plantas de los pies, pero no funcionaba. Tuvo que ir a buscar a mis hijos, que me ayudaron con masajes circulares, luego me levantaron del sillón y me llevaron arrastrando los pies, hasta mi cuarto, me acostaron y me pusieron crema caliente, y allí terminó la velada para mi. Esa fue la culminación de mi laborioso mes.
Que factura mas cara me salió. Me sentía un poco apenada porque había mucha gente en mi casa que yo no conocía (que eran de la familia de mi nuera) y por supuesto desconocen mi condición de salud, pero todos los que me conocían no hicieron mas que darme ánimos y algunos hasta se quedaron conmigo en el cuarto.
Para mí, esto fue Fibromialgia en todo su apogeo, con todos los pelos y señales. Pasé toda esta semana con mucho dolor, con mucha fatiga y tratando de recuperarme, y todavía hoy siento dolor en los tobillos, aunque esté en reposo.
Esto me sirvió de experiencia para recordar que ya no soy tan fuerte y que a veces aunque haga lo necesario para cuidarme y evite aquello que puede afectarme, igual voy a tener una crisis, porque dentro de mis condiciones, me estoy extralimitando. Definitivamente, ya no somos los mismos de antes, pero aún podemos seguir disfrutando de la vida.
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