lunes, 18 de marzo de 2013

Nosotros mismos, pero diferentes

Ante todo mis disculpas por esta ausencia tan prolongada, pero este mes de marzo ha sido un poco duro para mi.  A principios de este mes estuve trabajando en este artículo, que aquí les dejo y espero que les guste.

Las personas que tenemos fibromialgia, con frecuencia nos comparamos a como éramos antes de enfermarnos o de que nuestros síntomas se volvieran severos, y solemos recordar la velocidad que teníamos para andar, la fuerza, la buena memoria, la capacidad de concentración, la habilidad para realizar multitareas, la agudeza mental y la fortaleza en términos generales. 

Muchas veces he escuchado decir a otras personas con enfermedades de dolor crónico, la frase "no soy ni sombra de lo que era" o "no me parezco a la persona que era hace muchos años".  Y es que he observado que quienes padecen fibromialgia, generalmente solían ser personas muy activas, multitasking, rápidas, perfeccionistas, excelentes profesionales, y en muchos casos, hasta ocupaban puestos gerenciales o de supervisión.  Por lo que este cambio en detrimento de nuestras capacidades es algo muy difícil de comprender, asimilar y aceptar.  

Cuantas veces hemos dicho para nosotros mismos: "ojalá pudiera hacerlo yo sola, sin tener que estar molestando a otros", porque... enfrentémoslo, a nadie le gusta que le estén pidiendo constamente ayuda, y en esa misma línea, a nadie le gusta tener que depender de otro para casi todo, particularmente cuando hemos sido personas tan fuertes e independientes.

Si bien es cierto que nuestro cuerpo ha cambiado y que muchas veces no podemos ni reconocernos a nosotros mismos, también es cierto que nuestro espíritu permanece intacto, que nuestra mente sigue funcionando, produciendo ideas y materializando pensamientos y que a veces sólo necesitamos relajarnos y tomarnos algo de tiempo para ser un poco más creativos. Muchos de nosotros podemos decir que ahora somos mejores personas, con mas empatía y un corazón más noble, porque al sufrir tanto, aprendemos entender a los demás, aceptarlos, a no juzgar y a tener siempre la disposición para ayudar a otros. 

Entonces por qué llorar, quejarnos y revolcarnos en el dolor de lo que hemos perdido físicamente, si nuestra esencia se mantiene inalterable? No importa en que se haya convertido nuestro cuerpo... miremos la vida de diferente manera; ahora somos más sabios, nuestro cerebro ha evolucionado, podemos apreciar la vida con otra perspectiva, y sin duda alguna, hemos desarrollado la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, lo que usualmente no hacíamos, porque estábamos ocupados viviendo vidas muy aceleradas.

Así que a dejar el pasado atrás.  Somos una nueva clase de seres humanos.  Busquemos aquello que podamos hacer y que nos llene de emoción; quizás sea escribir un libro, dictar clases o seminarios, tomar fotografías, leer a los ancianos, cambiar de trabajo, o dejar el trabajo y dedicarse a los hijos o los nietos.  Si nos desprendemos de nuestro ser anterior y aceptamos al nuevo ser que somos ahora, tenemos muchas posibilidades, aún hay tanto que podemos hacer, tanto que podemos brindar a nuestra familia y nuestra sociedad, que no debemos darnos por vencido.  Seguimos siendo personas productivas, a pesar de todo.  Seguimos siendo nosotros mismos, solo que diferentes.


Entradas mas leidas